El aumento de tarifas eléctricas es un paso al sinceramiento económico e institucional indispensable para sostener el equilibrio necesario en las cuentas fiscales y para recuperar la confianza en el futuro de la economía. Cuando la economía recién comenzaba a salir de la crisis, el gobierno de Néstor Kirchner decidió mantener congeladas las tarifas de servicios públicos para evitar un deterioro de los ingresos y no agregar presiones inflacionarias, y lo compensó con subsidios a los operadores de esos servicios o, más adelante, con la venta subsidiada de combustible importado.
La medida fue adecuada en su momento, pero fue desactualizándose a medida que los ingresos se recuperaron y el costo de los subsidios creció hasta niveles considerables: en la actualidad representan más del 3% del PBI, una suma cercana a la que es necesario mantener como superávit para afrontar los pagos de la deuda externa. Por otra parte, en sectores como la electricidad, el retraso tarifario redujo las inversiones indispensables pa