A mediados de 2007, el secretario de Energía, Daniel Cameron, auguró un verano 2008 sin problemas, aunque reconoció que se usarían más combustibles líquidos por la falta de agua que, por entonces, afrontaban los principales embalses.
Este año, en el marco de la última ronda de consultas para la aprobación del Presupuesto, el funcionario volvió a poner paños fríos diciendo que el “verano e invierno 2009 están resueltos en materia energética”.
Lo cierto es que, por una mezcla de clima favorable y retroceso en la actividad productiva, parece haberse cumplido el escenario pronosticado de cara a la época estival: según estimaciones oficiales de Cammesa, en el período noviembre–abril, el pico de consumo de potencia no debería superar los 19.000 MW (el último récord fue en junio de este año, con 19.126 MW), esto teniendo en cuenta que, por el cambio de huso horario en las provincias que concentran casi el 80% de la demanda total, se lograría atenuar en unos 900 MW el gasto en esa franja.
Además, se amplió la c